“La valentía es sentir el miedo, y de todos modos hacerlo.”
Oprah Winfrey
¡De vuelta!
Este final de año sentí la necesidad de regresar a mí, de reflexionar lo vivido a lo largo del año y de estar presente y en conexión conmigo misma y con mi familia. Decidí no forzarme en trabajar y hacer lo que usualmente llamo “productivo”. Intencionalmente busque regenerarme a través de compartir mi tiempo en lo que más disfruto, la lectura, la reflexión, enraizada a la naturaleza, conectando con los míos, y a través de la oración y el agradecimiento con lo divino.
El 2019 fue un viaje a lo personal, a quien soy y quién creo ser. Fue duro, emocionante, desconcertante, sorpresivo, valiente, inimaginable, retador, conmovedor. Corrieron muchas lágrimas de dolor y resentimiento guardado y muchas otras de felicidad, de agradecimiento y de una necesaria despedida a creencias que ya no me aportaban.
Me reconocí como un ser perfeccionista y su impacto en la propia percepción de mi misma, de mis relaciones interpersonales, de mis acciones y mis omisiones.
Traje a consciencia lo que me motiva, mis valores, creencias y juicios
Observé mis emociones y aprendí que hay una segunda opción, no juzgarlas.
Me abrió la puerta a la posibilidad de ver la vulnerabilidad y la alta sensibilidad como parte de mis fortalezas
Conocí el verdadero miedo que siento a una enfermedad permanente y reconocer el juicio que por años emití hacia mi madre. Pude ser capaz de entender lo que es vivir el miedo y la ansiedad de creerte enfermo y pedir perdón.
Hice de mi amor al aprendizaje mi líder para dar voz alta a los pensamientos e interpretaciones que me maltratan, a abandonar miedos, a permitirme la flexibilidad, y el coraje de brincar mi zona de confort.
Leí y escuché cantidad de libros, podcasts y conferencias. Me integre a una maestría, y después a un postgrado. Retomé mis clases del polaco y por un tiempo asistí a sesiones de hablar en público y de photoshop. Pero el aprendizaje mayor vino de conectar con otros. No hay versión electrónica o libro que remplace el contacto humano 🙂
Construí nuevos vínculos de amistad y valoré la reciprocidad de las que sabía tener.
Ser madre me dio el compromiso de predicar con el ejemplo. Desde enseñar a mis hijos a valorarse, a ser compasivos y agradecidos, hasta aprender de ellos disfrutando mi cuerpo a través del ejercicio, experimentar mi creatividad a través del dibujo y la escritura. Atreviéndome a vivir experiencias que me causan nerviosismo como las alturas o la velocidad. A reír simplemente por que sí.
Como pareja me reconocí exigente, honesta, y directa con mis expectativas. Consciente que la base esta solida partiendo del amor, del respeto, del querer para el otro lo mejor, de la comunicación, la admiración y apoyo mutuo.
Y una última que tenía relegada, aprendí a reconocerme y disfrutarme como individuo. Tomando decisiones en pro de mi bienestar y redirección profesional.
Por todo lo anterior, este 2020 llego con una energía en alta vibración. Todas esas experiencias, esas memorias solo abren el camino de lo que busco continuar hoy.
Mi mayor compromiso este año es renovarme a mí misma.
Crecer, amar, dejar fluir, practicar la curiosidad, estar presente, dar, pedir, recibir, trascender mis apegos, soltar la necesidad de control y disfrutar la travesía.
Buscaré reconectar con la niña interior. Cuidarla, nutrir sus carencias y relacionarme con otros desde una forma consciente más allá de una proyección.
Trabajaré en solidificar el amor y la apreciación que tengo sobre mi cuerpo. Le hace falta escuchar más seguido: Te veo, Te agradezco, Te amo.
Seguiré buscando en mi espiritualidad, la paz, la aceptación y la luz.
Buscaré sanar mis relaciones más cercanas, partiendo de conocer mi herencia transgeneracional. La distancia se convertirá en un buen pretexto.
Por último, me entusiasma reconectar con el mundo a través del Coaching. Conectar desde el corazón, del deseo de crecer en colectividad. Me inspira el acompañar especialmente a mujeres adultas, adolescentes y jóvenes en su camino de liderazgo personal. Confío que toda prosperidad que queramos ver en el mundo empieza ahí.
Esta carta más allá de querer compartir con ustedes mi sentir, es una carta de agradecimiento al universo por el 2019 y una manifestación de amor y de intención para este 2020 que ya comienza.
¡Feliz año nuevo!
Edith Escobedo