Elige el coraje sobre la comodidad
Brené Brown
Tratar de volver al trabajo después de una interrupción en la carrera debido a la maternidad o un cambio de residencia puede llegar a ser un proceso abrumador. Lo sé, porque he estado allí más de una vez. Ambos procesos han sido giros clave en la narrativa de mi historia profesional. Ambas han dado paso a la apertura a lo deseado, a lo nuevo, al aprendizaje y a la posibilidad. Y por lo tanto a confrontar el riesgo con todos sus nuevos miedos y retos. Aun así, cada nuevo comienzo fue deseado con tal anhelo a lo desconocido que fue suficiente impulso para dejar atrás todo lo que hasta entonces me era conocido. Ahora mismo estoy viviendo un nuevo comienzo en Copenhagen, Dinamarca y como eco del pasado surge en esta pausa el deseo de continuar mi camino profesional en un nuevo lugar.
Con más de quince años de participación en el mercado laboral me he visto remodelando mi carrera en varias ocasiones. La maternidad y el migrar me han obsequiado el reto de soltar la identidad que me construí como profesionista con cada puesto realizado. Cada rutina, cada espacio de trabajo, cada título y cada éxito profesional logrado, hoy son como vestuarios obsoletos que dejaron de estar de moda y no son más necesarios. Estos son los apegos más obstinados que me ha tocado trabajar a conciencia una y otra vez. Porque todo lo contrario a lo que las plataformas de empleo, el CV y los reclutadores indican, para mí identificarse con esas historias es interponerse en el avance del propio camino. Cuando se vive de las experiencias pasadas solo se puede seguir creando un pasado carente de presente. Cada persona que decide cambiar de rumbo sabe que el cambio que se vive significa volver a empezar. Se lleva una caja de herramientas si, pero se está sola internamente para procesar todo lo nuevo, para soltar identidades pasadas, atravesar miedos, enfrentar incrédulos y abrazar la visión de un futuro incierto.
Un ejemplo cuando el pasado es presente es la desconexión que se puede sentir al momento de concluir un puesto de trabajo. Cuando el éxito profesional fue considerado el propósito de la vida, el gran consumidor del tiempo, la creatividad y la dedicación, las personas que migramos o profesionistas que nos convertimos en mamás podemos experimentar una sentida sensación de perdida. El salario, el reconocimiento, el rapport logrado que reforzaba la auto imagen desaparece. Sin embargo, aunque en su mayoría de veces no lo vemos de esta manera, ¡en la pausa hay expansion! Nos abrimos a la oportunidad de crecer. Hay que crearse una mentalidad nueva para asumir lo que es el presente y no dejar que la comparación, el miedo a no pertenecer y quedarse atrás de la fila impidan hacer espacio para lo que ahora es relevante. Es el momento de transición, la oportunidad para dar paso al liderazgo personal.
Es verdad que lo externo nos pide perfeccionar nuestras habilidades, aumentar la red social, educarse en un nuevo idioma o en una nueva cultura de trabajo, y exponerse a un mercado laboral que pareciera nos lleva ventaja, sin embargo, hay un paso anterior a todo eso. Las mujeres que queremos retomar una profesión tenemos que tomar la responsabilidad de reformular una nueva identidad donde el trabajo no sea su sinónimo. Donde la relación con la carrera profesional no sea una fuente de validación propia en términos de empresas, jerarquía y etiquetas de productividad, sino una relación en términos de reconocimiento de los valores propios y habilidades que podrían ser utilizadas en diferentes contextos. Ya no escuchar la voz en la cabeza y creer que la situación actual nos pone en desventaja como una verdad. La mujer expatriada, la mamá profesionista, hoy decide cuestionar que valora de sí misma más allá del trabajo. Cuál es la conexión que desea con su desarrollo profesional, que no viene de afuera, ni lo decide nadie más que ella. ¿Qué la hace sentirse segura en este momento de transición y búsqueda? ¿Cómo es que le gustaría construir esta relación con su profesión alineada a su yo futuro en lugar de arrastrar a su yo pasado? ¿De qué emociones alimentaría esa relación si la frustración, la vergüenza, la añoranza y la impaciencia no le permite confiar en el resultado que quiere lograr?
En mi caso, ahora mismo no veo otra manera más que hacerme visible después de abrazar la vulnerabilidad que conllevan todas esas respuestas. Aferrarme a mi pasado profesional es juzgar mi presente con unas gafas vencidas, mal graduadas para la visión de vida a la que aspiro. Si apoyo mi presente con una perspectiva nueva, fresca, en gratitud por los miedos conquistados, la comunidad que me anima, mi facilidad de adaptación, mi apreciación por la diversidad cultural, la familia que hemos construido y mi continua curiosidad de aprendizaje mi energía estará direccionada a donde me quiero dirigir.
Convencerse de qué es posible un nuevo comienzo profesional puede ser más difícil que persuadir a otros. ¿Pero quién si no yo que soy el líder de mi historia puede hacer que mi visión y valor personal callen las dudas? ¿Quién si no yo puede confiar que el transitar este momento también aporta valor? ¿Quién si no tú tienes la misma oportunidad de liderar tu regreso al mercado laboral?
Para obtener más reflexiones de mi historia residiendo en el extranjero, mi trabajo en el autoconocimiento y mi perspectiva sobre el regreso laboral después de una interrupción de la carrera sígueme en:
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Edith