Rompiendo la barrera del idioma: la empatía y la vulnerabilidad puentes para la conexión

“Nuestra habilidad para crear una realidad imaginada a partir de palabras hizo posible que un gran número de extraños cooperaran de manera efectiva… la cooperación social es nuestra clave para la supervivencia”

Yuval Noah Harari

Desde muy chica sentí la curiosidad de aprender otro idioma además del español que es mi lengua materna. Viviendo en la frontera con los Estados Unidos despertó en mí desde muy temprana edad, el deseo de entender el inglés. Los programas de televisión, la música, ir de compras, viajar al país vecino y la convivencia con niños que hablaban los dos idiomas provocaban esas ganas no solo de comprender, sino también de comunicar lo que yo quería decir.

Eso no sucedió por completo muchos años después. México en aquel entonces proporcionaba clases de inglés en las escuelas públicas a partir de la secundaria*. Y para bien o para mal en todos esos años de secundaria y preparatoria aprendí lo básico. La curiosidad no fue suficiente. La intimidación social en plena adolescencia si lo fue.

Si alguien, en aquel entonces me hubiera dicho que para traspasar los límites de mi entorno y los propios me llevaría a tomar decisiones como la de vivir del otro lado del mundo, pensaría que es una locura. Los retos lingüísticos como lo ha sido convertir el inglés en mi idioma de estudio y trabajo; que el polaco sea la lengua preferida de mis hijos en casa; y hoy vivir el día a día entre el inglés y el danés para socializar han sido tan inimaginables como ahora posibles.  

Y es que hace más de veinte años empecé mi camino fuera de México. Primero los estudios, después la aventura y más adelante el amor y el trabajo me llevaron por gusto o por necesidad a aprender otros idiomas. Aun con esa motivación, he de confesar que en algún punto de cada aprendizaje me he preguntado ¿porque me he metido en esto? 🙂 y la respuesta termina siendo la misma. Usar el idioma local, el que te entusiasma, o el mundialmente hablado conecta. Entender y comunicar en diferentes lenguas no solo hace que la información sea accesible y la capacidad intelectual se expanda, sino que también genera vulnerabilidad, alberga empatía e intimidad y desarrolla la cooperación y el optimismo como comunidad.

Hoy en día existen decenas de herramientas para aprender idiomas más allá de los libros y un diccionario, y sin embargo los primeros auxilios para una barrera de idioma no es un traductor en línea ni una aplicación de idioma. Son los lazos afectivos que se crean en el proceso de aprendizaje, considero, los elementos básicos de supervivencia para todo aquel que tenga la voluntad de superar una barrera como esta. 

Porque si hablamos de barreras de idioma al momento de migrar, es una obviedad incluir situaciones cómo desigualdad de oportunidades laborales y educativas, inestabilidad financiera o lo complejo que puede ser tener acceso a los servicios esenciales, como una simple visita al médico. Pero, poco se acentúa el impacto que tiene la barrera de un idioma en generar un nuevo círculo social, la pérdida de sentido de comunidad, la sacudida a la fortaleza emocional y el desprendimiento del ego para poder recibir y pedir ayuda en cosas que sola (o) se solía hacer.

Lidiar con estos obstáculos y dificultades de manera efectiva, desarrolla el poder individual y como réplica, en todas aquellas personas que se ven influenciadas a nuestro alrededor. Por otro lado, el no hacerlo incrementa el riesgo de no adaptarse, vivir en un estado de negación, de excluirse de vivir lo que se desea y de cerrarse a crear nuevos lazos afectivos. 

Hoy en día sé que esta última etapa es de confrontación para quien la vive, pero también puede ser transitoria si se desea. Requiere tiempo y es importante recordar cuántas veces sea necesario que no hay prisa. La adaptación cómo el aprender idiomas es un proceso no un gol. Optimismo y paciencia son parte de la resistencia, o mejor dicho de la resiliencia.

Hay muchos momentos incómodos y frustrantes en el camino cuando las palabras faltan y no se puede expresar lo que se desea con independencia y seguridad. Ya perdí la cuenta cuántas veces me pregunté ¿qué hago aquí? en mi camino fuera de México. Que, si algún local se ofuscó al no entender lo que yo decía, hacer presentaciones orales en la escuela con inseguridad, llevar traductor a las citas con doctores y oficinas, dar a luz a mis hijos entendiendo poco de lo que se decía a mi alrededor, asistir a juntas de trabajo donde se hablaba solo el idioma local o bloquearme al querer expresar algún descontento. Sin embargo, haciendo reflexión sobre mi experiencia con este tema, observó que el puente entre las dificultades y un sentido de adaptación son los valores personales compartidos

La empatía, el ánimo, la tolerancia, la paciencia y la solidaridad de propios y extraños han sido para mí en determinados momentos, la fortaleza externa necesaria para acallar cualquier inquietud o pesimismo. Son las personas que al expresar estos valores rompieron la barrera del idioma y transformaron a mí yo separado a un yo en comunidad. Por mi parte, reflejar esos mismos valores me ha permitido fluir con ciudadanos de origen y con aquellos provenientes de diversas culturas y con talentos lingüísticos distintos a los míos. Lograr romper las barreras del idioma ha sido y sigue siendo un trabajo en conjunto. Las personas que coincidimos en la vulnerabilidad (valentía-miedo) de atravesar el no saber, desarrollamos el sentido de compañerismo. Nos apoyamos y animamos mutuamente, convirtiendo de esa manera lo extraño en familiar. Así atravesamos la adversidad de sobrevivir una barrera de idioma. Así en algún punto, devolvemos a la comunidad convirtiéndonos en tutores, mentores o voluntarios de otros que empiezan.

La habilidad y responsabilidad de crear nuestra historia a través del lenguaje es nuestra. Y si utilizar diferentes idiomas nos aumenta la oportunidad de conectar de corazón a corazón, el esfuerzo se paga con la honra de compartir historias con el mundo. Acentos los tenemos todos, equivocaciones que levante la mano quien diga que no. Como dicen por ahí… nunca es tarde para aprender o por lo contrario desaprender limites. La neuroplasticidad lo ha dejado muy claro! Que nada nos detenga para crear memorias, desarmar barreras y apreciar el camino andado. Porque en definitiva vale la pena.

5 preguntas de reflexión para crear puentes de conexión. 

¿Cómo puedo ser solidario hoy y crear un momento de comunidad?

¿Qué tan incluyente soy?

¿Realmente estoy escuchando para entender o estoy empezando a juzgar?

¿Cuándo me faltan las palabras me permito ser vulnerable?

¿Cuáles momentos reconozco donde la mezcla de constancia y esperanza transformó mi vida al mismo tiempo que la alejó del miedo? 


(*En el 2017 la Secretaría de Educación Pública en México anunció que todas las escuelas de educación básica del país estarán obligadas a dar clases del idioma inglés a partir del 2018.)

Photo by Hannah Busing on Unsplash

Gracias por llegar hasta aquí!

Edith

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